Dicen que no tener pasión implica arrancar los días del almanaque de forma apática y rutinaria, simplemente trasncurrir poniendo un pie delante del otro para avanzar por inercia sin saber hacia donde, solo caminar por el hecho de hacerlo, pero incluso sin la certeza de querer hacerlo; sólo por hábito, costumbre, con la propia sensación de intrascendencia como única certeza. Sin pasión, no hay motivación, no hay inspiración, no hay sentido. Simplemente no hay…

Periodista desencantado con las miserias de una profesión bastardeada por propios y extraños, allá por 2018 comencé con Mi Blog De Viajes El Viajero Serial, y descubrí que quizás ese oficio encarado desde la sinceridad y honestidad más que desde la inalcanzable objetividad, podía reconciliarme con ese comunicador que en esencia soy y reencontrar esa chispa que creía perdida. Años de un blog que significa mucho más para mí que un simple recuento de anécdotas superficiales, tal como lo planteo en este editorial, sino más bien la comunicación con otros locos apasionados por recorrer el mundo como fuente de energía eternamente renovable al pisar un aeropuerto, despertar en otra tierra o simplemente conocer otros aromas, sabores, una experiencia íntima y sensorial que podía llevarme a lugares más placenteros y límpidos, lejos de las oscuridades de la frustración y desazón que frecuentemente me agobiaban. Porque ante todo soy una persona de carne y hueso que habita en esta tierra maravillosa llena de personajes sacados del absurdo mas inverosímil, que sin embargo se transforman en los principales actores de esta parodia que llamamos realidad.

En medio del torbellino en el que a veces se vuelve la existencia misma, es que comencé con mi carrera de sommelier, y al poco tiempo entendí que había algo para mí en este mundo, que nuevamente, el placer y lo «laboral» podían ir de la mano. Una sensación que se transformó en certeza cuando Caro, quien, tras casualmente encontrarme en una feria de vinos tras treinta años de no vernos, semanas después me llamó para encarar un proyecto que no se animaba a hacerlo sola. Nació así Tope de Gama, y comenzaron las entrevistas y el querer siempre saber un poco más. Entonces llegó el Tomy Stahringer, El Musu, Ale Vigil, David Bonomi, Fede Gambetta y Mariano Braga entre tantos otros (ni hablar de Yeyé, Álvaro, Thibaut, Claudio y nuestro Viticultor); y me daba cuenta que a medida que dialogaba con ellos aprendía todo aquello que era imposible de leer en un libro y me encantaba comunicar todo eso que yo sentía que incorporaba a mi disco duro que de pronto liberó espacio para incorporar muchísima información que no sabía que me interesaba.

Casi por inercia nace entonces este blog, El Nerd Del Vino, el Nerd porque me encuentro muchas veces acopiando datos que, situados lejos del placer hedonico de beber vino que asumo a nadie le importan, y en mi complementan el placer de beber y aprender en simultáneo. Entender que la singularidad de un terroir o las diferencias entre un roble francés y uno americano las puedo sentir en la boca o nariz me fascina, pero también entiendo que debo estudiar para poder comprender más. Esa sed de conocer más allá de la copa, de conocer la historia detrás de cada enólogo y viticultor, y comprender que la pasión que viene desde el viñedo es la que me entusiasma y regocija, porque no sólo se trata de una botella de vino para mí, sino la historia de un proceso que termina cuando esa botella es descorchada y ese vino llega al a la copa. Entonces ese es mi desafío; el compartir con vos esa historia y datos aleatorios que conllevan la creación de un vino, siendo totalmente honesto, porque al igual que para vos y muchos otros que están por las redes y blogósfera, las oportunidades de beber ciertos vinos me son escasas. Entonces hablaré sobre lo que conozca y sobre lo que pueda acceder, porque afortunadamente hay buenos vinos que se adaptan a cada bolsillo, y compartiré información que llegue a mis manos que considere útil o interesante para vos. Pero siempre desde el lugar de aprendizaje y nunca de experto, desde el lugar de un apasionado por comunicar un mundo a veces lejano y que debería ser más próximo a cada uno de nosotros; que el «El Vino Une» sea una realidad empírica y no un simple eslogan. He aquí un espacio para todos aquellos locos que quieran compartir esa pasión de juntarse alrededor de una botella a descorchar mucho más que una bebida, sino sensaciones, historias, datos y todo aquello que nazca de ese ritual íntimamente ligado tanto al placer como a la curiosidad que nos permita, sorbo a sorbo, seguir bebiendo, pero siempre aprendiendo.